lunes, 21 de enero de 2008

Escultura e ¿Hipertexto?




En estas navidades en México, me encontré con una pequeña exposición de escultura en el Centro Nacional de las Artes. El tema era “Tiempo y Espacio”. Para mi algo complejo sólo de pensar.

Después de andar una media hora por ahí, me encontré sumergido en el sitio. La expo no tenía orden alguna de vista para las esculturas, además de ser tridimensionales, se tiene más libertad para moverte en un museo.

El nombre de uno de los expositores, y de las obras que más llamaron mi atención, es PETER VOGEL. Alemán, físico, artista e investigador del tiempo y el espacio, algo así como tempuspaciólogo.

Trataré de explicar una de sus obras “Ton-licht-parallen”. Imagen 1.

Mide aproximadamente metro y medio desde la base. Funciona cuando uno, como espectador, se acerca a ella de formas diferentes. Hace sonidos y luces diversas dependiendo con la intensidad de aproximación y velocidad hacia ella. Una vez frente a ésta, tiene algún sistema foto-eléctrico que distingue los gestos del espectador en una distancia de 40 cm. Por lo que si pones una cara feliz, produce música y si gesticulas con la boca hacia abajo (como enojado o triste o pucheros), produce ruidos estrambóticos y molestos.

Es inevitable pasar un rato frente a ella y descubrir qué gestos puede reconocer y esperar la respuesta haciendo combinaciones irrepetibles. Acercarme corriendo hacia la escultura con cara de enojado, dando pisadas fuertes y tarareando. O Alejarme lento arrastrando los pies. La verdad es que la gente que está frente a la obra es igual de ingeniosa que el autor al manifestarse ante Ton-licht-parallen.

En el booklet de la exposición Peter Vogel define sus obras como “procesos de comunicación primitivos”. Explica que un sensor capta estímulos del exterior y envía señales eléctricas a un aparato que decodifica la señal produciendo señales que envía una vez más al mundo externo. Interacción.

Sé que mi narración puede sonar algo así como a los perros virtuales o robo-dogs , pero no es así. Me sorprendió.

5 comentarios:

Zós dijo...

Pues me parece interesante que el discurso escultórico pueda ser hipertextual. Además, participa con el receptor del mensaje, puede ser una interactuación infinita de combinaciones múltiples entre el hombre y la máquina. Muy curioso, sí señor.

Anónimo dijo...

"La compleja maquinaria que estaba alojada en el interior de mi autómata es capaz de reproducir ciento cincuenta y ocho dibujos diferentes, y puede escribir letra por letra un libro entero compuesto de veintiocho mil ochocientas ocheta y nueve palabras".
Ver Houdin y los hermanos Maillardet. Hai unha tradición interesante de máquinas que escribían e debuxaban.
mol

Anónimo dijo...

¿Cuál es la naturaleza del texto?
¿Estilo y estructura de una obra?
¿Qué entendemos por sistemas interactivos? ¿Sirve para cualquier manifestación artística?
¿cómo?
mol

JRV dijo...

Estoy de acuerdo en que, en la medida en que el contenido expresivo de la escultura cambia en función de la actitud fisiológica con la que el espectador se enfrenta a ella, estamos ante una escultura con un grado de interactividad importante.

Pero me parece, por lo que entiendo de su funcionamiento, que estamos más ante una escultura behavoirista o pavloviana que ante una escultura hipertextual. Me refiero a que, como el perro de Pavlov que asociaba la campanilla a la hora de comer, la escultura está programada para responder al público de determinada forma.

oscarhipertext dijo...

Permite la interactividad del espectador, que a su vez se convierte en autor de sus propios movimientos. Para descubrir lo que tiene delante debe enviar mensajes y la escultura le responde. Pero no se produce una comunicación, sino que hay un limitado grupo de respuestas por parte de la escultura y siempre tiene que ser el espectador el primero en moverse, nunca al revés. Aún así es sorprendente que una escultura obligue al espectador a interactuar.